martes, noviembre 18, 2008

Dudamel rinde tributo a Bernstein en el Carnegie Hall

“Uno de los mejores, si no el mejor. Y es una inspiración para mí. Era un hombre mágico... me encanta interpretar su música”.

Gustavo Dudamel rindió tributo a Leonard Benstein el domingo en el Carnegie Hall de Nueva York, al dirigir a la Orquesta Filarmónica de Israel en un espectáculo que terminó con una ovación de pie.

Dudamel dijo que lamenta no haber conocido a Bernstein. ``Eso me entristece porque era una personalidad muy especial'', dijo el maestro venezolano en entrevista con The Associated Press. ``Uno de los mejores, si no el mejor. Y es una inspiración para mí. Era un hombre mágico... me encanta interpretar su música.

El concierto comenzó con una cautivante ejecución de ``Halil'', un concierto para flauta que Bernstein compuso en 1981 en memoria de un flautista israelí muerto en la guerra de 1973. Con su mezcla de disonancia y tonalismo, de pasajes violentos alternando con otros más serenos, la música describe los horrores de la guerra y el anhelo de paz. Eyal Ein-Habar ejecutó la difícil y casi ininterrumpida parte solista con destreza técnica y gran sensibilidad.

A ésta siguió ``Jubilee Games'', compuesta por Bernstein hace 22 años para la Filarmónica de Israel, que dirigió en muchas ocasiones.

Fue una partitura ideal para Dudamel, que revolvió la olla de cacofonía caótica haciendo piruetas y agitando su cabellera ensortijada sobre el podio. Bailó durante los tramos jazzísticos y demostró la introspección de un rabino durante las partes más serenas.

El concierto terminó con la Cuarta Sinfonía de Chaicovski. Dudamel condujo esta pieza estándar del repertorio con nervio y garra, blandiendo la batuta como si fuera la espada de un matador. En algunos tramos la ocultó, para dirigir con la cabeza y los hombros. Sus pasos de baile sometieron al toro.

Tras la conclusión, la audiencia, encantada, se paró al unísono, rugiendo de place. En sus tres salidas, Dudamel invitó a los músicos israelíes a que recibieran sus merecidos aplausos, pero éstos los dirigieron al maestro.

Hubo dos bises: el intermezzo de ``Manon Lescaut'' de Puccini y la popular pieza latina ``Tico Tico''.

Para la música clásica, el Carnegie Hall fue el mejor de los mundos posibles este fin de semana.

Noticia obtenida del Diario Milenio.com