lunes, agosto 24, 2009

Interpretará Cuarteto Latinoamericano a Heitor Villa-Lobos


Acerca del grado de complejidad que presenta la ejecución de los 17 cuartetos del compositor brasileño, Aarón Bitrán asegura que desde el punto de vista instrumental, plantean una altísima demanda de virtuosismo.

Uno de los rasgos distintivos del Cuarteto Latinoamericano ha sido asumir cada concierto como un riesgo. En esta ocasión, ha preparado una serie de cinco conciertos en los que interpretará el ciclo completo con los 17 cuartetos para cuerdas del compositor brasileño Heitor Villa-Lobos, en ocasión del 50 aniversario de su fallecimiento.

Así lo dio a conocer el maestro Aarón Bitrán, uno de los dos violinistas de la agrupación, quien informó que las audiciones tendrán lugar del 28 al 30 de agosto, en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, con un costo de entrada de 20 pesos. Se trata de una apuesta poco común, ya que de acuerdo con el entrevistado, buena parte de estas obras son desconocidas para un 99 por ciento del público.

En opinión del maestro e intérprete, Villa-Lobos es quizá el compositor latinoamericano más importante, con un catálogo que contiene más de mil 500 obras de gran relevancia en el contexto musical del siglo XX y a quien no se le ha hecho justicia plena, en términos de que buena parte de ellas no han sido grabadas y que un gran porcentaje se podría decir que son inéditas.

Aarón Bitrán comentó que los cuartetos de este autor se tocan muy poco. “Aparte de nosotros, si uno busca en las programaciones de los grandes cuartetos europeos o de Estados Unidos, es rarísimo encontrar presencia de Villa-Lobos, lo cual me parece sorprendentemente injusto si consideramos que es uno de los grandes ciclos que se han escrito, al nivel de Bartok o Shostakovitch”.

Agregó que dentro del catálogo general de Villa-Lobos, los 17 cuartetos ocupan una parte importantísima, porque son obras que escribió a lo largo de toda su vida: el primero lo hizo en 1915 y el último en 1957, de tal manera que resumen 42 años de producción y eso permite un seguimiento de las distintas facetas de su lenguaje musical y refleja claramente lo que ocurrió en su vida creativa.

Este ciclo, explicó, se divide en tres grupos de cuartetos: del 1 al 6 fueron escritos entre 1915 y 1935, con un espíritu muy cercano a la música autóctona brasileña, claramente nacionalistas y muy lúdicos; el 7, 8 y 9, fueron creados durante la Segunda Guerra Mundial, y son muy densos y dramáticos; del 10 al 17, compuestos ya en la posguerra, vuelven a ser ligeros, de corte neoclásico y expresaban el resurgimiento de Brasil como una potencia.

Al aludir a la intención de hacer este ciclo, Bitrán señaló que lo interesante “es esta ambición totalizadora de tocarlos todos, pues como en otros casos hay obras maestras y otras un poquito menos interesantes, pero lo que pretendemos es ofrecer una especie de retrato de Villa-Lobos como un compositor que buscó a lo largo de toda su vida, a veces con hallazgos extraordinarios y en otras no tanto Pero el público podrá sacar conclusiones de cómo fue su proceso creativo y de evolución a lo largo de 45 años. Una oportunidad que se tiene muy rara vez en vivo”.

Acerca del grado de complejidad que presenta la ejecución de estos cuartetos, Aarón Bitrán hizo notar que desde el punto de vista instrumental plantean una altísima demanda de virtuosismo. “El conocía perfectamente bien los instrumentos de cuerdas, por eso no hizo concesiones. A veces tienen tal densidad que para el público es difícil percibir qué es lo importante y que está sucediendo. Ahí es labor del hacer un trabajo de balance, limpiar las texturas para que más fácil identificar lo relevante”.

Pero agregó dos factores adicionales. El primero, una complejidad interpretativa que demanda más de los dos ensayos de rutina que se acostumbran en las orquestas, lo que a su vez repercute en costos y hace casi imposible contar con el tiempo indispensable para hacerlo. “La esperanza está en grupos independientes como nosotros o en solistas que quieran invertir tiempo en proyectos de esta índole”.

Por si fuera poco, en la mayoría de los casos los músicos no quieren arriesgar al programar algo que no se ha oído y muchas veces, en busca del aplauso programan algo que está más que probado. “A mí me parece música muy buena, aunque quizá el 99 por ciento del público no la ha escuchado, pero un director no sabe que reacción va a producir. En ese sentido, pienso que se requiere más valentía por parte de quienes programan y más convicción en que se trata de un gran repertorio”.
“Desde mi punto de vista, ya llegó el momento de perder el miedo; no debemos tener empacho en programar en cualquier sala importante del mundo un concierto íntegramente latinoamericano. El chiste está en tocarlo bien, con la convicción de su valor, porque hablamos de música que se sostiene por sí sola y el público lo percibe”, concluyó.


Noticia obtenida del periodico "el imparcial"