miércoles, febrero 08, 2006

VIGENCIA DE UNA MÚSICA DESAFINADA

Getz/Gilberto
Joao Gilberto, with guitar; Antonio Carlos Jobim, at the piano
and Stan Getz, playing tenor sax, et. al.
Recorded march 18 & 19, 1963 in New York City
Verbe-M.G.M. Records Inc., 1964

[CATFEM: Latinoamérica, Brasil, Brz/12]
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Ganador de dos premios Grammy en 1965, el álbum Getz/Gilberto fue grabado en Nueva York en 1963 y se propagó por el mundo inaugurando la llegada del que desde entonces se consideraría un hallazgo musical.
Incluido entre los discos más vendidos de la historia, uno de sus méritos es haber fusionado el jazz de la Costa Oeste norteamericana (encarnada en el saxofonista Stan Getz) con la más afable de las músicas brasileñas.
A finales de los 50, Antonio Carlos Jobim, Vinicius de Moraes y otros, habían renovado el panorama musical de su país creando uno de los géneros más originales del siglo XX. A su vez, Getz y otros grandes jazzistas (Coleman Hawkins, Charlie Bird, Cannonball Adderley…) habían comenzado a interesarse por esa corriente carioca, hecho materializado en grabaciones de clásicos brasileños llevadas al jazz, así como varias colaboraciones con artistas de la incipiente escena. Getz fue el portentoso ejecutante, el pionero y puente para el nuevo estilo, quien un año antes ya había grabado con el guitarrista Charlie Bird otro álbum extraordinario, Jazz Samba, anticipando la crucial fusión.
Luego llegaría Getz/Gilberto, el disco que dio fama mundial a la bossa nova; piezas clásicas que se deslizaban en la voz y la guitarra del más inspirado cantante brasileño, Joao Gilberto, junto al saxo tenor de Getz y al piano de Antonio Carlos Jobim, autor de la mayoría de los temas grabados.
A ellos se sumó la esposa de Joao Gilberto, Astrud, quien viajaba a Nueva York acompañando a éste, y quien, a insistencia de Getz, terminó por cantar algunos de los temas, lo que supuso su luminoso descubrimiento.
El asunto resultó en ocho temas y en una reunión musical que alcanzaría el status de clásica, como la versión de The girl from Ipanema, que abre el disco, y que se convertiría en la canción más emblemática del género; Desafinado —sutil ironía en respuesta a los “integristas” de la samba, que despreciaban a los jóvenes intérpretes, a quienes despectivamente consideraban “desafinados”—; So danço amor o Corcovado… Todas, versiones memorables producto de la irrepetible alineación musical que protagonizaron la voz y la guitarra “desafinada” de Joao Gilberto (ejecutada con la característica batida de la bossa nova) y el saxo tenor de Getz, que define las melodías con lirismo y elegancia, al igual que el piano de Antonio Carlos Jobim y el delicado vibrato en la voz de Astrud, así como las no por sutiles menos magistrales percusiones de Milton Banana. Una fusión que, a diferencia de muchas de hoy en día, no se convirtió en un inútil ejercicio de colonialismo musical, sino en una grabación que valía conservar para el porvenir.
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L.M.A.


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