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Vicente Martín y Soler fue el compositor español más internacional del siglo XVIII. El éxito le sonrió en Viena, Nápoles y San Petersburgo, y llegó a hacerse tan popular que rivalizó con el propio Mozart. Luego cayó inexplicablemente en el olvido. Justamente hoy se cumplen doscientos años de su muerte y se prepara la resurrección de su obra.
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Disputó la gloria inmediata a Mozart en la segunda mitad del siglo XVIII, fue deslizándose lentamente por los caminos del olvido y ahora resucita en parte a la sombra de Mozart y a la cultura de la memoria de los aniversarios. No hay unanimidad de criterios sobre las fechas de nacimiento y muerte de Atanasio Martín Ignacio Vicente Tadeo Francisco Pellegrin, conocido para la posteridad como Vicente Martín y Soler. El compositor español seguramente más internacional del siglo XVIII nació según unos el 2 de mayo y según otros el 18 de junio de 1754 en Valencia, hijo de un tenor y él asimismo niño cantor en su infancia en la catedral de Valencia. No llegaron a cumplirse dos años de su venida al mundo cuando también amaneció en Salzburgo Wolfgang Amadeus Mozart, lo que les hace a ambos estrictamente contemporáneos. En sus años de madurez compartieron libretista para varias de sus óperas con un personaje de leyenda: el abate Da Ponte; jugaron juntos al billar en ratos de ocio y vieron cómo algunas de sus obras más destacadas competían por el éxito en Viena poco después de sus estrenos, con clara ventaja del valenciano.
Al escuchar, en la escena que precede a la cena del libertino con el Comendador de Don Giovanni, un fragmento incorporado por Mozart de Una cosa rara salta a la vista que entre los dos músicos existía una relación muy particular. Hoy, 11 de febrero, se cumple el segundo centenario de la muerte en San Petersburgo del compositor valenciano. Eso afirman una parte de los historiadores, mientras otros se decantan por el 30 de enero como fecha del fallecimiento. No vamos a discutir por ello. Sea un día u otro, han transcurrido 200 años desde entonces. Estas cuestiones numéricas y otras muchas de mayor enjundia se discutirán en un congreso internacional sobre el compositor valenciano que, dirigido por Leonardo Waisman y Dorothea Link (su tesis doctoral, publicada con el título The Da Ponte operas of Vicente Martin y Soler, Toronto, 1991, aporta datos de interés), se va a celebrar en su ciudad natal del 14 al 18 de noviembre próximos, organizado por la Universidad de Valencia y el Instituto Valenciano de la Música. De ahí saldrá, con toda seguridad, un mayor conocimiento de la música y circunstancias de un compositor famoso y triunfador en su época, sepultado después por la fuerza del destino, o, dicho de otra manera, por el efecto irresistible del huracán Mozart.
Martín y Soler compuso cinco de sus óperas con Lorenzo da Ponte. Il burbero di buon cuore -a partir de Goldoni-, Una cosa rara -a partir de Vélez de Guevara- y L'Arbore di Diana se estrenaron en el Burgtheater de Viena en 1786 y 1787, los años de las mozartianas Le nozze di Figaro y Don Giovanni, también con libretos del abate. Las dos restantes son posteriores y pertenecen al periodo de Da Ponte como director teatral en Londres. La capricciosa corretta -a partir de Shakespeare- se estrenó en enero de 1795 y cuatro meses después L'Isola del piacere. De las cinco se han publicado las ediciones críticas de las partituras completas en lo que va de siglo, de la mano de especialistas como Christophe Rousset, Leonardo Waisman o Irina Kriajeva. Da Ponte ha servido como una de las puntas de lanza de un proceso de recuperación que tiene aún mucho camino por delante y que se está ampliando a títulos no "dapontianos" como La festa del villaggio o, en su versión para cuarteto de cuerda, Andromaca, de 1780, que este año recalará en el Festival de Granada antes de cruzar el charco y representarse en Nueva York en octubre. La representación en el teatro de La Zarzuela de El árbol de Diana en marzo de 1982, con puesta en escena de José Luis Alonso, queda ya como un hito histórico para nostálgicos. También hay que reconocer la dedicación ejemplar de Jordi Savall a favor del compositor. Óperas de Martín y Soler se han visto programadas últimamente en lugares como Drottningholm, Estocolmo, Lausanne, Burdeos, Madrid y Valencia. Asimismo han aparecido ediciones discográficas de interés, desde La capricciosa corretta, con Rousset y Les Talents Lyriques, hasta la deliciosa versión para cuarteto de cuerda de Una cosa rara, con el Cuarteto Manuel Canales.
Queda aún mucho por conocer de este compositor protegido en su día por el rey Fernando IV de Borbón y su esposa María Carolina en Nápoles, por el emperador José II en Viena y por la zarina Catalina II en San Petersburgo. Y no solamente en el campo de la ópera sino también en el del ballet. En un número especial de la revista Goldberg dedicado a Martín y Soler hace un par de años, Juan Bautista Otero afirmaba que "los ballets de Martín y Soler eran una mezcla de mimo y danza, integradores de la tragedia y gesto narrativo del mundo clásico. Fueron precursores de lo que hoy es nuestro espectáculo de danza contemporánea". Y añadía: "El ballet, la ópera seria, el dramma giocoso y la cantata escénica son los cuatro ejes principales para comprender la esencia de su personalidad".
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Fuente: Babelia, suplemento de El País, sábado 11 de febrero de 2006
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